Dirigida por Khyentse Norbu, un líder budista, cuyo debut en el cine fue haber sido asistente de Bertolucci en El pequeño buda, en la que sirvió de asesor, esta película peculiar, basada en hechos reales, narra cómo una comunidad de monjes budistas refugiados en Bután ve perturbada su tradición milenaria por la pasión de sus miembros más jóvenes frente al espectáculo futbolero del Mundial de Francia 98. La película se pregunta sobre los procesos de globalización &ndashgolbalización en este caso, y cómo éstos influyen en la cultura, particularmente la importancia que este deporte tiene para alcanzar una comprensión total del futuro de las tradiciones y las identidades colectivas.
Fruto de la moda por el budismo que surgió en los años 90 y que dio películas como la citada El pequeño buda, Siete años en Tíbet de Jean Jacques Annaud o la fallida Kundun de Scorsese, brotó una revisión más analítica en películas como La copa, con la intención de combatir esa mirada idílica e ingenua del budismo de las películas anteriores. Khyentse Norbu, líder espiritual budista, debuta como guionista para desarrollar una historia en el monasterio de Chokling, un asentamiento de refugiados tibetanos al pie del Himalaya. La tranquilidad se rompe cuando un joven novicio organiza escapadas clandestinas al bar del pueblo para ver el Mundial en la televisión. El conflicto nace cuando el monje responsable de la disciplina del monasterio lo descubre, aunque sus inquietudes serán aliviadas por el abad, sabio y compasivo.
Acostumbrados a ver cómo el cine reverencia al budismo, sorprende gratamente verlo analizado desde los ojos de una comedia que lo desmitifica y logra humanizarlo, a la vez que recupera sus valores morales y el esfuerzo por adaptarse a la modernidad. Con un tono amable, construye una atmósfera costumbrista y alcanza a crear personajes entrañables, situaciones divertidas y leves críticas sociales, que tocan desde la ocupación china del Tíbet hasta el proverbial carácter comercial de la India, pasando por las ironías propias de las tradiciones budistas.  
Filmada con gusto y corrección, la película es levemente recomendable, pequeña pero correcta, y, sobre todo, sorprende que el mundo del futbol toque tantos espacios.
Aunque hay pocas películas relacionadas con este Mundial, la relación entre cine y futbol empezó a gestarse desde el inicio. Se sabía que existía una película (protegida por la FIFA y de difícil acceso) en la que un camarógrafo, instalado a un costado de una de las porterías del estadio Centenario había filmado los partidos.