Este Mundial ha sido la historia que Aristóteles hubiera amado describir. El héroe que se vuelve antihéroe y el villano que terminó siendo el protagonista. Si dos personajes merecen convertirse en personajes literarios, así como cinematográficos, son estos dos: Moacyr Barbosa, el portero trágico del Brasil derrotado, y Obdulio Varela, el Negro, el protagonista histórico, capaz de aglutinar todas las fuerzas de la tragedia. 
 
Mientras el cine en Brasil caía en una especie de comercialización, preocupado por historias de consumo inmediato, tan criticada por El Cinema Novo, el movimiento cinematográfico más importante del país y que dio al mundo nombres interesantes como el de Glauber Rocha, Carlos Diegues y Nelson Pereira Dos Santos, el mundo trataba de aprovechar el optimismo del fin de la guerra, al mismo tiempo que desentrañaba los temas que la misma guerra generó. 
 
Pero volvamos a los personajes. El cineasta español José Luis Garci, en la Historia de un beso (2002), calificó a Varela como El futbolista con gabardina, haciendo alusión a la forma en que Varela decidió huir de la celebración enfundado en una gabardina y con sombrero, como un Humphrey Bogart aislado. Se cuenta que, mientras los demás se preparaban en el hotel para ir a celebrar tras el partido, Odulio decidió salir a caminar. Caminó a unas cuadras se metió en un bar, vio la tristeza de la gente y no pudo soportar haber sido uno de los causantes de ese drama. Así que, de la misma forma en que el detective Sam Spade de El halcón maltés decide irse luego de entregar al amor de su vida, Los de afuera son de palo, que comience la función, Varela fue capaz silenciar al estadio tras el gol de Brasil porque le reclamó al árbitro una falta inexistente. El Negro es un personaje que pasa de Bogart al Neorrealismo italiano, que transita por el melodrama mexicano y finaliza en el antihéroe de la Nueva Ola francesa.
 
En contraste, Moacyr Barbosa carga la trágica solución del teatro griego, del error trágico shakespeareano. En mi país, la mayor sentencia es de 40 años, salvo a mí que ya llevo 43 y no parece detenerse. Luego del gol recibido y la derrota del equipo, el país sentenció la culpabilidad del portero. El departamento de limpia rechazó recoger la basura de su casa cuando visitó en 1993 a la selección que se preparaba para el Mundial de 94, el cuerpo técnico dirigido por Zagallo le pidió que se retirara porque les traería mala suerte. Si no hubiera aprendido a dejar de sentirme mal por lo que la gente me decía en la calle, estaría en el manicomio o en panteón, dijo en algún momento. El personaje merece la profundidad del cine o de la literatura, más allá de las entradas que le escribieron Galeano y Villoro, para ahondar en la tragedia de la persona que hizo llorar a 200 millones, como le dijo una señora a su hijo cuando lo vio trabajando en una tienda.
 
Más allá de la vida de estos dos personajes, Brasil 1950 ha dado lugar a otras historias. Además de los comentarios de café en los que mencionan al Mundial de Brasil en Historia de un beso de Garci, hay una película que tuvo buena difusión comercial que cuenta la historia de la victoria de Estados Unidos frente a Inglaterra, que se llama El partido de sus vidas de David Aunspagh y de la que hablaremos en la próxima entrada. Queda sólo mencionar el documental de 2014, Maracaná, dirigido por Sebastán Bednarik y Andrés Varela, y que, además de contar la tragedia futbolera, traza un marco en la vida política de ambas naciones y que les compartimos completo.