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Italia 1990

La Copa Mundial 1990 fue la cúspide de la carrera de Roger Milla. A la edad de 38 años, se había despedido del fútbol de máximo nivel para jugar en el JS Saint-Pierroise, un modesto equipo de la Isla de Reunión. Sin embargo, volvió de su retiro para dejar una huella memorable en la Copa Mundial de Italia, llevando a Camerún a cuartos de final.

Después de México, en 1986, la XIV Copa Mundial volvía a Europa: a Italia, una poderosa nación futbolística en donde no se iba a reparar en gastos para hacer que la competición fuese un éxito rotundo. Se hicieron reformas completas en diez de los doce estadios de la Copa Mundial, y los otros dos (los de Turín y Bari) fueron construidos desde cero especialmente para el acontecimiento.

Salvo Costa Rica, que llegó a octavos de final en su primera participación en el torneo, la primera ronda no deparó grandes sorpresas. No obstante, hubo tres jugadores (Roger Milla, Salvatore Schillaci y el portero argentino Sergio Goycochea) que enfervorizaron a las masas. Milla, que volvió de su retiro para jugar en la competición, se convirtió, con 38 años y 20 días, en el goleador de mayor edad de la historia de la Copa Mundial cuando marcó ante Rumanía (en 1994 repetiría la hazaña). 

Unos días más tarde, en cuartos de final, el viejo león y sus compañeros de la selección de Camerún fueron derrotados in extremis por Inglaterra por 3-2, tras ir ganando 2-1 casi hasta el final. La gran exhibición de Camerún y el excelente rendimiento de Egipto no pasaron inadvertidos, y ambos países lograron que África pudiese enviar tres equipos, en lugar de dos, a la siguiente Copa Mundial, la de 1994.

Una Copa Mundial decepcionante, con demasiado fútbol defensivo y muchos partidos que se decidieron desde el punto de castigo. Argentina se convirtió en la primera selección que no lograba marcar en la final y, también, en la primera que sufría no una, sino dos expulsiones en el último encuentro. Italia, el país organizador, defraudó a lo largo de todo el torneo y fue eliminada en semifinales por Argentina desde el punto penal. En la otra semifinal, Alemania Occidental venció a Inglaterra, también en los penales.

Salvatore Schillaci, más conocido como Toto y prácticamente un desconocido antes de que se iniciara el torneo, dirigió a un combinado italiano que, a pesar de hacer un fútbol vistoso, adolecía de falta de remate. Schillaci, de 25 años y enrolado en la disciplina de la Juventus, mostró un estado de forma tan excepcional, marcando seis goles y acabando como máximo goleador del torneo, que casi metió él solo a Italia en semifinales. Sin embargo, una vez allí, los azzurri tuvieron que ir a los penales frente a Argentina, después de haber concedido únicamente dos goles en siete partidos.

El verdugo de Italia no fue otro que el portero argentino Sergio Goycochea, que entró en el equipo en sustitución de Nery Pumpido, tras una grave lesión de éste (una doble fractura de la tibia). Como último hombre de una sosa pero oportunista selección argentina, Goycochea demostró ser el elemento decisivo ante Brasil en octavos de final, en la tanda de penales frente a Yugoslavia en cuartos de final y, finalmente, una vez más ante Italia en semifinales. 

La mejor y más sucinta opinión sobre la final del mundo disputada entre Argentina y Alemania en 1990, la dio el entrenador holandés Rinus Michels, No quiero opinar sobre el penal, sólo digo que fue una final desastrosa .

El director técnico del seleccionado alemán, Franz Beckenbauer, es la única persona en la historia de la Copa del Mundo que fue campeón como capitán en 1974 y como entrenador, esos fueron dos motivos más que valederos para que lo eligieran como el deportista alemán del siglo pasado.

Al conseguir su tercer título, Alemania pasó a ser, junto con Italia y Brasil, la nación más laureada del torneo.





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