En la voz de la autora: 
Para el último mundial de fútbol Claudia Piñeiro compiló una serie de cuentos escritos por mujeres. La antología se llamó Las dueñas de la pelota y fue publicada por El Ateneo. Me invitó a participar. La verdad es que yo detesto el fútbol. Hacía unos años había escrito un relato por encargo, también para una antología y me había costado muchísimo. Así que primero pensé en decirle que no o tal vez le dije que no y Claudia fue persuasiva y me convenció. O me convencí yo sola. No me acuerdo. Mi otra &ldquopieza&rdquo sobre fútbol había sobrevolado la cancha, claro. No sé nada del deporte y realmente no hay nada que me interese e irrite tanto. Sufro horrores cada vez que llega un mundial. Este año ya estoy penando por adelantado. Finalmente y después de darle muchas vueltas, salió esta historia. No sobrevuela la cancha si no que se queda directamente afuera, en el banco de los suplentes, en los vestuarios, en un hombre que ni siquiera juega al fútbol.
Tanto este relato como el anterior me reconciliaron un poco. Me acordé cuando era chica e íbamos con mis tías y mi mamá a los campeonatos nocturnos en el club San Jorge, en mi pueblo. Mi tío era jovencito y jugaba, le decían El Vaca y había muchas chicas enamoradas de él. Me acuerdo que cada vez que tenía la pelota, mi primo y yo nos agarrábamos del tejido de alambre y le gritábamos: vamos, Vaquita, dale, Vaca vieja y peluda.